Hoy pasamos página de un año que ha sido difícil para todos y se nos augura un nuevo año no menos complicado. El pasado está escrito -y cada cual cuenta su cuento según le ha ido o le interesa contar a otros- pero el futuro no está escrito en ninguna parte, es aún una página en blanco, y de nosotros depende escribirla o dejar que otros nos la escriban a su conveniencia. De cada uno es el presente, y ése el mayor regalo que podemos hacernos a nosotros mismos y a los demás en este nuevo año que comienza.
Y porque creo que viene al caso, quisiera compartir para la ocasión lo que escribí para el epílogo de un libro de poemas - Bodas del viento y la palabra- publicado en el año 2000 (...qué lejos).
Feliz Año, y feliz lectura.
"EPÍLOGO
Es
cierto que los hombres hemos perdido nuestro sitio en el seno de la
naturaleza, desde el momento en que, dejando de ser animales,
perfectamente adaptados, nos convertimos en seres humanos,
necesariamente incompletos, inacabados, en busca de un lugar que aún
no existe. Somos, como decía Miguel Hernández,
El animal que canta:
el animal que puede
llorar y echar raíces...
Nuestro
destino es ser libres, hacer nuestro propio destino: por eso el
hombre es el único animal que tiene historia, que puede hacer la
historia, porque es sujeto de su propia vida.
De
ahí, también, tanta zozobra, tanta inseguridad: esa necesidad de
normas, de un orden claro, para saber quién somos y qué podemos
esperar del otro. Normas que son sólo andaderas para aprender a
andar por nosotros mismos. ¡Y es bien difícil! A menudo todavía
andamos escondidos por entre máscaras y andamios, sin llegar a
encontrarnos, cuando nos sobreviene la muerte. (Sería una pena la
muerte, si no hubiésemos vivido)
Incompletos,
desorientados... y sin embargo libres. En busca de un lugar (la
u-topía)
que aún no existe: no de una ilusión, sino del lugar que cada uno
ha de ocupar en la casa de todos y que sólo podemos construir
poniéndonos en el lugar del otro, a fin de que cada uno tenga su
lugar. Todos debemos enfrentarnos alguna vez al dilema de Ernesto, el
personaje de Un lugar en el
mundo: “Estoy en una edad de
mierda, en la que estás obligado a tomar decisiones, y justamente lo
que menos tenés ganas de hacer es tomar decisiones”. Pero se trata
de una decisión no sólo individual sino también colectiva, que nos
afecta a todos. “Supongo que me voy a dar cuenta cuando esté en un
lugar y no me pueda ir”. Y nuestro lugar es el mundo: junto a los
demás hombres, entre todos los seres."
LUIS BLANCO LASERNA (2000) Bodas del viento y la palabra
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