Hasta hace muy poco la educación de las emociones se reducía al control de su expresión a través de un currículum oculto en negativo: no llores, no te rías, no te enfades, no te asustes...
Afortunadamente esto ha cambiado, y para bien. Los avances de la psicología y la neurociencia, así como la popularización del concepto de inteligencia emocional, han puesto de manifiesto la importancia de las emociones para el aprendizaje de competencias básicas para la vida diaria, desde la toma de decisiones, la resolución de problemas o las relaciones interpersonales, hasta el desarrollo de la creatividad o el pensamiento crítico.
Ahora mismo, la educación del futuro es ya una realidad en el esfuerzo de una parte del profesorado por aplicar nuevas metodologías (aprendizaje basado en proyectos, aprendizaje cooperativo, STEM, gamificación, aprendizaje socioemocional, clase invertida...) que sirvan para dar respuesta a los nuevos desafíos que deben afrontar: la inclusión, la diversidad, el impacto de las nuevas tecnologías, las habilidades del siglo XXI...
El próximo martes 19 de junio se hablará de ello en la Cineteca de Matadero Madrid por parte de destacados profesionales del mundo de la educación y también se presentarán los proyectos de innovación educativa seleccionados en la presente edición de Emprendeeduca.
Entre ellos está Emolab, un proyecto de educación emocional en el que llevo trabajando con mucha ilusión en los últimos meses y que me gustaría daros a conocer.
El enlace a las jornadas es este (jornada-profesional-emprendeeduca-2018 ) y todavía quedan unas pocas plazas disponibles