Hace unos días acudo al domicilio de Antonia (nombre ficticio) con la idea de trabajar con ella determinados objetivos de su proyecto sociofamiliar (en este caso la sobreprotección a una niña excesivamente apocada y temerosa), pero el escenario es diferente del previsto, al estar en casa la niña en horario escolar, e inmediatamente debo adaptarme a la nueva situación (no voy a poder hacer un trabajo indirecto a través de la madre, como tenía planificado, pero sí uno directo con la niña -mostrando pautas a Antonia mediante el modelado- y además voy a darme cuenta del rol de protección impropio de su edad que ejerce la niña con respecto a la madre).
En una visita posterior, sin embargo, será la presencia imprevista de su hermano y tío de la niña, quien tras un cuestionamiento inicial de la utilidad para su hermana de la intervención del educador y de los Servicios Sociales en general, la que me permitirá comprender claves importantes de la interacción familiar e incluso incorporarle como colaborador de la propia intervención.
La visita a domicilio es una herramienta fundamental para la intervención con familias en situación de riesgo social y característica intrínseca de la educación social, definida en la Carta de Servicios del Servicio de Educación Social del Ayuntamiento de Madrid como:
Atención a las familias en su domicilio para superar las dificultades de la vida familiar
Mantener entrevistas familiares e individuales para
abordar su situación y ayudar a mejorar sus competencias personales en
relación con:
- la convivencia familiar
- la organización doméstica
- las habilidades para la crianza y educación de sus menores
- la integración escolar
- los cuidados de salud, alimentación e higiene
- la ocupación del ocio y el tiempo libre
- las relaciones sociales
Para Valentín ESCUDERO (Guía práctica para la intervención familiar) es una herramienta eficaz y necesaria en la intervención con familias en situación de riesgo, siempre y cuando hagamos una buena planificación de la visita y sepamos gestionar algunos aspectos clave del contexto, como son:
- el manejo del tiempo
- el manejo del espacio
- el establecimiento de reglas de control de las conductas
- la formalización del cierre de la entrevista
Annamaria CAMPANINI y Francesco LUPPI (Servicio social y modelo sistémico) advierten de la necesidad de centrar la intervención en la capacitación parental de la familia aunque el objetivo sea la protección de los menores, así como clarificar desde el inicio el significado que tiene para la familia la llegada de un profesional al domicilio, las expectativas que suscita, los objetivos de la intervención y su duración.
Y señalan como elementos a considerar:
- la redefinición de los roles familiares ante la intervención, que puede activar los recursos familiares o ser utilizada como elemento de triangulación dentro del propio sistema familiar y desactivar su capacidad de provocar cambios
- la paradójica relación entre el profesional y la familia: entre la ayuda y el control, entre la constatación de una cierta incapacidad y la confianza en la capacidad para superar las dificultades existentes
- las diferentes visiones del problema: Servicios Sociales/ educador social/ familia, que hacen necesario el establecimiento de cauces de comunicación, devolución y reajuste entre los distintos profesionales y la propia familia.
Yo destacaría que en la intervención educativa en el domicilio familiar:
- jugamos en su terreno, con la ventaja de que los miembros de la familia se muestran como son, en una situación de mayor control (y seguridad) para ellos, que nos permite trabajar a su ritmo pero donde la sensación de control (y de seguridad) en cambio es menor para el educador, y donde las distorsiones pueden ser mayores (desde el ruido de la televisión o la radio, al consumo de comida, alcohol o tabaco o la presencia de otras personas e incluso de mascotas como perros y gatos, pero también de insectos como chinches, garrapatas, cucarachas...que exigen medidas de autoprotección).
- tenemos acceso a información privilegiada sobre la convivencia familiar y la organización doméstica, pero que este privilegio exige una aceptación previa por parte de la familia (en este sentido, las visitas por sorpresa se enmarcan en un contexto de control que dificulta la relación de ayuda y levanta las resistencias de la familia, bloqueando la intervención) así como también el respeto a su intimidad y el conocimiento y consideración de pautas culturales diversas que nos pueden chocar.
- podemos aprovechar la oportunidad de una intervención más espontánea y menos formal en el propio entorno natural de la familia, donde podemos detectar de primera mano soluciones intentadas disfuncionales del sistema familiar e introducir cambios en la interacción a través del propio diálogo con la familia pero también del modelado a la hora de establecer reglas y límites o crear acuerdos y compromisos.
- debemos ser capaces de manejar la imprevisibilidad: corremos el riesgo de salirnos del guión y alejarnos de los objetivos previstos, ya sea porque nos convirtamos en un simple invitado desvirtuando el carácter profesional de la intervención o porque nos veamos envueltos en el juego de interacción familiar siendo usados como aliado o como excusa por algún miembro de la familia, pero también gozamos de la oportunidad de aprovechar lo inesperado (actores desconocidos, circunstancias sobrevenidas...que se revelan como recursos de la familia desconocidos hasta ese momento por nosotros y que pueden y deben usarse a favor del cambio)