“El
educador especializado de calle
es
una mezcla de científico y de poeta,
aunque
pueda parecer sólo un profesional práctico
que
va resolviendo conflictos sobre la marcha”
Faustino Guerau
Hablaremos hoy de metodología. ¿Cómo se hace educación de calle?
La
metodología de la educación de calle ha ido evolucionando en
nuestro país a medida que lo hacía la propia figura profesional
(educador especializado en marginación o educador de calle en un
primer momento y más tarde educador social cuando la titulación
universitaria pasó a englobar en una sola las figuras del educador
especializado, el animador sociocultural y el educador de adultos),
reflejando también a su vez el vaivén de las políticas públicas
de servicios sociales y protección de la infancia.
Así,
en una sesión de supervisión grupal entre educadores del servicio
de educación social del municipio de Madrid en 2001 sale a relucir
esta problemática:
“Definimos
en primer lugar el trabajo de calle como aquél que se realiza desde
el punto de vista del chaval, a partir de nuestro acercamiento a su
entorno. Es un trabajo transversal a los diferentes ámbitos de
intervención (familiar, individual, grupal y comunitario) que ha
perdido su lugar con el nuevo modelo y no puede reflejarse
adecuadamente en los registros. La figura única del educador social,
que sustituye a las de calle y familia, obliga a abarcarlo todo (en
un esfuerzo infructuoso, porque ninguno somos superhombres ni
supermujeres) o a especializarse de nuevo, sin que quede clara la
equivalencia :
educador de calle + educador de familia = educador social
(individual +familia).
En
los casos en que antes intervenían un educador de calle (con el
chico) y otro de familia (con su familia), ahora se ha pasado a dos
educadores sociales trabajando el uno en el ámbito individual y el
otro en el familiar (como se hace en los distritos de Usera o Centro)
o a uno solo trabajando con toda la familia (en los distritos donde
lo anterior no se permite).
Ha
ido cambiando el planteamiento del trabajo de calle, pasándose de
trabajar
en la calle con
los chavales a
sacarlos de la calle para
meterlos en otro sitio. De esta manera, el trabajo de calle pierde su
especificidad, convirtiendo la presencia educativa en la calle en una
excusa para cubrir deficiencias y ocupar el lugar de otras
instituciones (fundamentalmente la escuela) captando a los chicos
para realizar actividades en otros ámbitos o preparando el terreno y
conociendo a chicos que más tarde acabarán pasando por Servicios
Sociales.
Esto
se traduce en una pérdida de estilo, de la propia manera de actuar
(dejo de
ir a su
lugar
para
meterlo
en el mío),
que lleva aparejada la pérdida de técnicas de calle porque no se
utilizan (técnicas aprendidas a través del boca a boca y lecturas,
puesto que en ningún sitio te enseñan a hacer trabajo de calle:
aprendes si quieres). Se repiten los mismos esquemas de la escuela y
los propios chavales nos identifican con ella. Se plantea también el
dilema de trabajar a demanda o llevar la iniciativa, puesto que el
trabajo de calle depende en gran medida del talante del propio
educador, tanto o más que de la institución para la que trabaja.
Este
deterioro se atribuye a los planteamientos políticos que rigen ahora
mismo la intervención desde los Servicios Sociales y a la definición
que se hace de los problemas sociales (la cual determina si la
intervención que procede es educativa, o social, o policial...). Se
deja de hacer calle por falta de tiempo, porque se nos exigen otras
tareas que lo dificultan, pero también porque
resulta más cómodo,
y surge el interrogante de abandonar el trabajo directo por el
trabajo en red, es decir, de formar o asesorar a otros -ya sean
profesionales o voluntarios- para que hagan lo que nosotros ya no
queremos hacer. Se señala entonces el paralelo con la evolución
histórica de la figura del trabajador social y su paulatina
burocratización.”
En
la Guía
internacional sobre la metodología de la educación de calle en el
mundo (2008),
que
recoge la reflexión de varios grupos de educadores de calle en los
cinco continentes, se establecen como principios:
Ser
accesibles
para los niños, jóvenes y adultos en condiciones de mayor
precariedad y exclusión
Construir
relaciones
de confianza
desde la aceptación y el respeto
Privilegiar
el acompañamiento
sobre la institucionalización
Favorecer
la autoestima,
desarrollar de las capacidades
personales
y suscitar la participación
en la vida social. (2008:12)
Objetivos
de la educación de calle serían:
Ir
al encuentro de los menores en los lugares donde están.
Ofrecerles
la relación de ayuda con un adulto, que puedan aceptar de manera
libre y en confianza, así como un acompañamiento a largo plazo.
Realizar
un acercamiento global a la persona, sin limitarse a los síntomas
(violencia, delincuencia, consumo de sustancias tóxicas...)
Proponer
acciones diversificadas, tanto a nivel individual como a nivel de
grupo.
Desarrollar
mediaciones entre los menores y su entorno, así como entre las
diferentes partes presentes en la calle y las instituciones.
Prevenir
la exclusión desde una lógica educativa y emancipadora (2008:14)
“La
libre adhesión del joven a este ofrecimiento de relación y
de acompañamiento educativo
del educador tiene sus fundamentos en la libertad que tiene el joven
de descubrirse a sí mismo en función de la relación de confianza
que entablará con el adulto educador.
En
esta aventura, el educador de calle desarrolla una
visión global de la personalidad del
joven así como un conocimiento que privilegia sus capacidades y sus
riquezas, más que su historia hecha de debilidades y dificultades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario