¿Cómo podemos ayudar a los hijos a regular sus emociones? Nosotros somos el espejo donde ellos se miran, de modo que somos sus primeros reguladores emocionales. Y de la manera en que gestionamos nuestras emociones, así aprenden ellos a regularlas.
Para escuchar nuestras emociones, lo primero será prestar atención a nuestro cuerpo: ¿Cómo es mi respiración (lenta, rápida, superficial, profunda,...)? ¿Cómo siento mis músculos (tensos, relajados)? ¿Cómo es mi rostro (los músculos de la frente, los ojos, la boca,...)?
Lo siguiente será poner nombre a la emoción que siento, más allá de un simple estoy bien o estoy mal: ¿Es tristeza? ¿Es decepción? ¿O es desánimo? Porque no son lo mismo...
Después vendrá el preguntarnos: ¿qué pensamiento me lleva a sentir esto? Porque es nuestra percepción de lo que sucede lo que desencadena nuestras emociones, y no los hechos en sí.
A continuación podemos ir más allá e indagar sobre qué necesidad revela esta emoción, hacia dónde nos invita a prestar atención... y expresar de manera clara y concreta lo que necesitamos.
Regulamos entonces nuestras emociones haciéndonos conscientes de ellas y deteniendo y cuestionando el flujo de nuestro pensamiento.
Pero, además, de entrenar nuestra propia regulación emocional, el modo en que respondemos a las acciones y emociones de nuestros hijos será fundamental para que aprendan a regular unas y otras, como nos cuenta en esta entrevista Daniel J. Siegel.
En la misma línea, una técnica que se utiliza para enseñar a niños pequeños a regular la ira es
la Historia de la tortuga.Podéis probar con ella en casa o en el aula.
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