Impresiones del Congreso de Educación Social, 2
Iniciaba
el Congreso Victoria Camps recordando que “educar” viene del
latín educere,
que
significa “guiar, conducir” pero también “extraer lo
mejor de la persona”. Para ella educar tiene mucho que ver con la
ética, que no es otra cosa que la formación del
carácter, de un modo de ser o un modo de vida.
Pero
¿según qué criterio o qué valores?,
porque la educación nunca es neutral.
Para
Victoria Camps el valor de la educación es el de contribuir a
construir la autonomía y la libertad, tanto la individual como
la común, pues ser ciudadano es ser un sujeto de derechos pero
también de obligaciones.
Y
así, la educación es una condición necesaria,
pero no suficiente, para la igualdad de oportunidades, una
oportunidad para la movilidad y el cambio sociales.
En
este sentido, es un arma de doble filo, porque puede servir para
igualar pero también para perpetuar la desigualdad. E igualdad
no es lo mismo que equidad: John Rawls señala que es preciso
tratar igual al igual y desigual al desigual, es decir, dar
más a quien tiene menos (y
no, añado, quitarlo todo a quien tiene menos y darlo a quien
más tiene, que parece ser la receta para salir de la crisis de
quienes nos metieron en ella).
Porque
existe la desigualdad de capacidades, pero también la
desigualdad del entorno. Y más allá de la educación
formal tiene su espacio la educación social.
Y
no bastan la familia y la escuela, sino toda la sociedad. Como dice
el proverbio africano:
“Para
educar a un niño es necesaria la tribu entera”
Son
tiempos difíciles para educar, por la falta de recursos y de
reconocimiento (todo lo contrario del ejemplo de Finlandia, donde por
ejemplo Magisterio es una de las carreras con la nota de corte más
alta).
Concluía
diciendo que la educación es un saber práctico que
requiere moral y entusiasmo, además de tiempo y ejemplo, en el
que debemos considerar el ejemplo que damos y el referente que somos,
y en la sociedad actual el problema es la falta de modelos
admirables.
Aunque
para mí haberlos haylos, porque no es lo mismo – si nos
vamos al pan
y circo de
la sociedad española, que ahora es fútbol
y tele-
el ejemplo que nos dan un Mourinho o un Guardiola. Cada cual que
elija el suyo, o se construya el propio.
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