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30 de septiembre de 2013

Educar para la paz a través del aikido


"El Aikido es una vía de perfeccionamiento espiritual del hombre"
Tamura Sensei (1933-2010)


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Cuando vas a un instituto de Secundaria a hablar de un arte marcial diferente, los alumnos tienen la cabeza llena de las fantasías violentas e irreales de las películas de artes marciales (que poco tienen que ver con las artes marciales) y del espíritu competitivo de los llamados "deportes de combate" (boxeo, full-contact,...) que han alcanzado también a otras artes marciales como el judo, el karate o el taekwondo, por hablar de las más conocidas. Por eso, lo que les interesa saber es si con estas artes pueden defenderse de alguien más fuerte, en una pelea en la calle, o quién pensamos que ganaría en un combate, por ejemplo, entre un karateka y un aikidoka. Están imbuidos de las ideas de competición y de violencia, y además sienten una cierta fascinación por lo exótico que para ellos suelen suponer las culturas del Lejano Oriente (China, Japón...).

Cuando, además, haces una demostración en público, suelen quedar capturados por la combinación de un ritual sobrio y estético (la etiqueta de los saludos, la marcialidad de los gestos, el orden en la disposición del espacio...), la elegancia y dinamismo en la ejecución de las técnicas, o la espectacularidad de algunas proyecciones, con sus saltos y caídas, de manera que pronto muchos de ellos quieren probar su ejecución.

En pie de paz es un proyecto de educación para la paz, en el medio escolar, a través del entrenamiento en aikido y en habilidades sociales de comunicación. 

Tiene como objetivo dar a los participantes la oportunidad de practicar una serie de valores, actitudes y habilidades que les permitan:
  • Resolver conflictos de manera justa y no violenta.
  • Reducir la frecuencia de conductas agresivas o sumisas.
  • Afrontar de manera asertiva situaciones de violencia y de presión grupal.
  • Desarrollar relaciones interpersonales más satisfactorias.
  • Incrementar su autoestima.
En la experiencia que tuvimos durante tres cursos escolares en el IES Lope de Vega de Madrid, en colaboración con los servicios sociales municipales, seleccionamos a alumnos de primero y segundo de ESO (incluido un grupo de Compensatoria y un cuarto de Diversificación) que correspondiesen a dos perfiles característicos: chicos y chicas tímidos o sumisos, y chicos agresivos, según un test sobre comunicación asertiva en distintas situaciones cotidianas. La mayoría habían sufrido experiencias de desbordamiento o conflicto en el ámbito escolar o en sus aledaños, y sus principales motivaciones eran la curiosidad y aprender a defenderse.


                       
Ver texto completo en Revista Cuadernos de Pedagogía

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