Una ventana al mundo de la Educación Social.
Un espacio para la reflexión, personal y profesional, en una profesión donde se hace mucho pero poco se refleja por escrito.
Un espacio para la formación, con el ánimo de compartir lo aprendido en estos años de andadura y abrir juntos nuevos senderos. También para las lecturas, relacionadas directamente o no con la intervención educativa y social.
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28 de octubre de 2012
El mapa del tesoro
“Para
quien no sabe a qué puerto navega
cualquier
viento es equivocado”
SÉNECA
A
riesgo de que esto parezca un capítulo de Dora la exploradora,
empezaré diciendo que la intervención socioeducativa se parece
mucho a ayudar a alguien que está perdido a encontrar su camino, y
para ello son son esenciales el mapa (nuestra teoría, nuestros
modelos de intervención) y la mochila (nuestro bagaje profesional de
técnicas) o -mejor aún- la llave (con la que abrir las puertas
que encontramos cerradas a lo largo del viaje).
Imaginemos
que alguien está perdido en el monte y supongamos que tiene
cobertura en su móvil y nos llama para que le ayudemos a encontrar
el camino. Nosotros tenemos el mapa y la brújula. Pero no basta con
disponer de un buen mapa, actualizado y fiable, sino que es preciso
saber orientarlo para que nos sirva, estableciendo las referencias
que nos ayudan a saber dónde está la otra persona , y para eso le
preguntamos qué es lo que puede ver desde su ubicación (cómo
percibe su problema)
y qué ha intentado hasta ahora para salir (sus
intentos fallidos de solución o soluciones
intentadas),
pero también necesitamos saber a dónde quiere llegar (y para eso
habremos de acordar
un objetivo
compartido). Mediante este diálogo nos situaremos -en el mapa- para
ayudarle a situarse -en el terreno-, teniendo bien presente que el
mapa (nuestra teoría) debe revisarse de continuo para comprobar si
concuerda con el territorio (la realidad),
como nos recuerda Steve de Shazer. (Claves en psicoterapia breve. Una teoría de la solución, Gedisa)
Y
es en este diálogo exploratorio (a la búsqueda no de las causas en el
pasado, que nos traen los culpables, y con ellos las excusas y las
resistencias al cambio, sino del comprender cómo se mantiene y
funciona en el presente la situación problemática, que nos orientan
hacia las soluciones y la capacidad de influir sobre el futuro) en el
que además de orientarnos mutuamente, ganaremos la confianza de
nuestro interlocutor creando una relación de colaboración eficaz.
Sin
olvidar que es el otro quien habrá de recorrer el camino hasta
encontrarse, y que nosotros no podemos andarlo en su lugar, sólo
acompañarlo (desde la distancia justa).
Pues
como le escuché decir una vez a Roberta Mariotti: “Todo nuestro
poder es el de ayudar a otros a descubrir su poder para cambiar”.
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